dissabte, 8 de desembre del 2012

Peli: 24 abril 2011, 8 diciembre 2012.


Llegaste envuelto en papel de regalo y el regalo nos lo trajiste tú a nosotros. Llegaste una noche y en la mañana siguiente curioso ya correteabas por toda la casa. Poco a poco fuiste calando en nosotros y a la par que ganabas terreno y tamaño también ganabas nuestro cariño. Tu primer collar fue verde esperanza por que eso es lo que sembraba tu alegría y vivacidad en nosotros. Tu primer salto fue tan aplaudido como los juegos que cada tarde llevábamos a cabo con cuerdas o cables, siempre entrenándote. Al volver a casa te enseñaba a cazar por las tardes y por las noches te acurrucabas a mis pies para dormir. No sabría decir quien velaba por quien. Pronto la casa se te quedo pequeña y ampliaste tus dominios al tejado y al cariño del vecindario. Poco a poco crecías y aunque pedías más autonomía, como buen gato, siempre esperabas nuestras caricias y abrazos. Pronto cayó tu primera presa entre felicitaciones y gritos, y una segunda y una tercera…eras un gran cazador.

 Paseaste por San Antonio digno dentro de tu transporte en medio de los perros, a los que solías tentar confiando en tu felina agilidad. Crecías fuerte y vigoroso, como el gran gato que dominaba los tejados, para envidia del vecindario. Este verano entre siesta y siesta reclutaste a tu banda, tus dos colegas, a los que enseñabas tu reino compuesto de tejados y patios. Pronto quisiste más y saliste a la peligrosa calle. Primero hasta la esquina. Después más lejos, siempre más lejos. Aún recuerdo aquel día que unos niños intentaron raptarte y conseguí salvarte, cuando maullaste pidiendo ayuda. Más tarde como buen explorador y valiente que eras caminaste por todo el pueblo, en busca de gatitas en celo y rivales con los que competir, por que tú si eras el mejor. Cuando tus rivales venían a la puerta de casa buscando peleas no rehusabas enfrentarte, por que esos eran tus dominios. Muchas veces mientras dormías en tu cuna te observábamos y nos preguntábamos si soñarías con ratitas o gatitas. Porque soñabas amigo. Anoche cuando salimos, te quedaste mirándome y te dejaste acariciar en la calle, como despidiéndote. A mi regreso aún te encontré en tu rincón del sofá y me pediste salir en la que seria tu última vez, pero yo lo averiguaría demasiado tarde, como siempre.

Recuerdo como te agarrabas a la puerta cada vez que tu dueña intentaba bañarte, la misma que siempre te despertaba gritando tu nombre. Como mansamente acudías al veterinario dentro del trasportín y como nos costaba sujetarte para ponerte las pepitas por que siempre fuiste grande. Como mordías y te agarrabas a la manopla jugando sobre la cama, la misma en que le hacías compañía a la Mamá. Como venias a despertarme al amanecer para que te dejara salir al tejado y como cuando te cansabas me maullabas a la galería para que te abriera.


Serian tantas cosas, los pasillos están vacíos sin el sonido de tu cascabel y ya no escucharemos como llamas a la puerta para salir a la calle, la que se te llevo como un gato libre que eres. Recuerdo también como aparecías contento por las esquinas cuando volvías a casa y como cada vez que cocinaba esperabas que algo de carne te tocara. Cada día tras lavarme los dientes al pasar a tu lado te gustaba lamerme los dedos por el olor a menta y recuerdo como te desinfectamos hace poco la herida que te hiciste en el cuello durante una pelea sin que protestaras. Nunca olvidaremos como te subías entre gritos a las fotos de la familia que se fue cuando querías llamarnos la atención. Ahora una foto tuya se les unirá para siempre. 


Hoy no has venido como cada mañana en busca de tu desayuno. Te hemos buscado confiando que hubieras encontrado un lugar seguro donde echarte a dormir como tanto te gustaba. Finalmente ha sido el vecino que tanto te apreciaba quien nos ha dado la noticia. Había visto un gato como el nuestro y ha venido a avisarnos, esperando que no fueras tú. Ha sido triste recogerte frio en una cuneta en el medio del pueblo, justo al lado de donde un coche te arroyó anoche dejando tu sangre sobre el asfalto. Tu pelaje aún era suave pero tu cuerpo ya no contenía la vida que hizo de mi familia más familia. Porqué fuiste uno más de la familia, gracias.



Solo espero que el golpe del maldito conductor fuera suficiente y tuvieras una buena muerte. No soporto pensar que murieras poco a poco en una cuneta, sufriendo mientras la vida se escapaba por tus heridas y sin comprender por que no estaba contigo.



Perdóname amigo, al final te he fallado. Volveremos a vernos. Descansa en paz en el paraíso.

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