dimecres, 28 de març del 2012

Llamamiento a la huelga.

Compañeros:
Aunque no lo creáis, mañana nos jugamos mucho. Todos los derechos que nuestros padres y abuelos se esforzaron por conseguir se han visto seriamente amenazados en muy poco tiempo con la excusa de la economía. La economía es importante, pero no esta por encima de las personas ni de los derechos. Yo no se mucho de economía, pero nuestros compañeros economistas podrán explicarnos que las cosas no son como nos las quieren vender para implantarnos esa barra libre de recortes. Con esa bula que parece haber sido concedida a los empresarios para recortar derechos sociales, sueldos, prestaciones… solo en bien de la balanza de beneficios de unos pocos.
El miedo siempre ha sido utilizado para controlar a las masas por los dirigentes, da igual el partido. El miedo a Dios, el miedo a las armas, y ahora el miedo a la quiebra. Una quiebra que se producirá no por el consumo excesivo de las personas, que también tiene su parte de responsabilidad, si no por el afán y la avaricia de los grandes capitales financieros y económicos, que solo buscan crecer y crecer a cualquier precio. Independientemente de tu ideología o tus creencias, estas jugándote tu futuro y el de tus hijos. No hacer nada no frenará que otros se abalancen sobre ti. Al final el agua igual alcanzara tu cuello por más que lo estires, pero aún estas a tiempo de hacer algo.
Tal vez mañana no cambiemos nada, pero solo es el primer día.

dilluns, 19 de març del 2012

El 'socialisto'.

Cuando era pequeño en mi casa tenían las cosas claras: éramos socialistas. Con el tiempo se empezó a escuchar otra expresión en mi familia que mostraba el descontento no con el ideal socialista, si no con las personas encargadas de su realización: ‘socialisto’. A la larga las personas que califica esta expresión se han convertido en una lacra para la sociedad española y la izquierda en general, que amenaza con destruir todo lo que consiguieron nuestros padres y abuelos con su esfuerzo, su sudor y no en pocos casos su sangre.

Este parasito, por que solo ese termino puede definirlo, carece de ideología. Mejor dicho, su ideología es el capital. Provienen en la mayoría de casos de segundas o terceras generaciones de familias obreras, o en su defecto de familias acomodadas que perdieron su estatus en la derecha. Todos estos individuos (si hiciéramos caso a alguno de ellos, deberíamos añadir individuas) tienen una característica común: llevan la palabra obrero en la boca mientras guardan la visa oro en la cartera para que el empresario pague la factura del restaurante. Poco les importa mancharse las manos en campaña abrazando niños y poniéndose en mangas de camisa para crear la falsa sensación de proximidad con la ciudadanía. Cuando mantienen su despacho, aproximadamente cada cuatro años, vuelven a su rutina de trajes caros, viajes, suites de lujo y relojes de oro entre otros bienes contantes y sonantes.

El ‘socialisto’ solo ansía con su cargo público recuperar o conseguir estatus social de derechas y esta dispuesto a vender a su madre por perpetuarse en él. Como ‘socialisto alfa’ o parasito sénior podemos reconocer perfectamente el perfil tipo del sujeto, más de cincuenta años y ningún interés en abandonar los beneficios del cargo público. A los nuevos socialistos, también denominados pijosocialistos, se les puede reconocer por la rápida acreditación de sus méritos académicos y su habilidad para levantar el puño izquierdo con ‘La internacional’ mientras firman con la iglesia (más que con el diablo) por obtener un sueldo público y no trabajar nunca en su vida. Para eso están los militantes siempre y cuando no mueran de extrema vejez.

Pero estas nuevas clases de parásitos deben mantener con su incompetencia también al parasito sénior, cargando más aún las espaldas de los militantes. La mayoría de estos militantes son ilusionados ancianos que recuerdan cuando realmente se hacía política y todo era personal, y no negocios. También hay militantes, hay que reconocerlo, que son bastante limitados en su conocimiento y dicen ser de izquierdas cuando en verdad son profundamente de derechas. El parasito sénior se caracteriza además por perder y perder elecciones y realizar en la mayoría de casos gestiones nefastas para la ciudadanía, eso sí siempre con una sonrisa. Pero al igual que el aceite, siempre se mantiene a flote y lo que es peor, al igual que la banca en el casino, siempre gana.

Con sus hábitos reproductivos aún en estudio, no se conoce como se multiplican estos chupópteros cuando un partido, en este caso el socialista, tiene expectativas de ganar unas elecciones. El ‘socialisto’ representa a la perfección todo aquello que los conservadores, también denominados derecha, desearían a su peor enemigo, ser liderados por incompetentes amigos. Algunos investigadores creen que en realidad se trata de infiltrados sectoriales con el fin de descabezar al socialismo, pero la mayoría de teorías simplemente defiende que se trata de gentuza que vio un día la puerta abierta para aprovecharse del personal, y ahí siguen. Primeros ediles metidos a senadores sin funciones. Senadoras exministras metidas a políticos locales y autonómicos. Políticos que pierden siempre por causas externas y que pactan con el sol que más calientan por dinero. Politicos que solo buscan el sueldo y desconocen hasta en que consiste su cargo o programa. Diputados que no saben diferencias su mano derecha de su mano izquierda si no fuera por que usan la diestra para contar billetes de quinientos… la lista seria interminable.

No obstante, hay indicios que la plaga que representa el ‘socialisto’ para la izquierda tiende a remitir. La mayoría absoluta de la derecha requiere trabajo y el ‘socialisto’ es alérgico a cualquier trabajo que no será parecer de derechas con sueldo de izquierdas, o pagado por ella.

A pesar de esta tendencia, la plaga del ‘socialisto’ queda lejos de remitir, eso tenemos claro en mi casa ahora.

diumenge, 18 de març del 2012

Hace falta.

Hace falta. No es ninguna solución, pero llegados a este momento el derecho a pataleo es lo único que no le pueden quitar al ser humano. Un derecho y una obligación.
Pero hay que hacerlo bien. Más allá de partidos políticos o sindicatos establecidos dentro de la corriente corrupta de poder y favores, hay que hacer bien las cosas. Puede ser puntual parar un país un día, pero es que nadie dice que se trata de un día. La lucha es diaria.
Y no tiene por qué ser solo un día por que tenemos motivos. Ya esta bien de dar dinero a los bancos para que no pierdan sus beneficios. Ya esta bien de favorecer al empresario. Si seria una salvajada que un ministro de economía de cualquier gobierno solo hiciera caso a los sindicatos, igual salvajada es que haga caso y de solución a todas las salvajadas de la patronal. Ya esta bien de mentiras como que para crear empleo es necesario despedir barato. No se crea más empleo perpetuando el sistema productivo arcaico de este país, si no cambiándolo a un modelo que prime la calidad. No se genera un futuro para los jóvenes manteniendo las mentalidades del pasado, si no invirtiendo y generando consumo de las clases populares, las que más asfixian con impuestos.
En un estado social, cuando las cosas van bien económicamente, el estado debe ahorrar, pero cuando no van bien, es el estado el primero que debe gastar para generar riqueza y no apretarse el cinturón. Gastar con cabeza, en educación, investigación y salud, pero gastar. Y si hay que apretarse el cinturón, puede pedirse a los que más tienen que paguen más, pueden retirarse beneficios fiscales a empresas foráneas o equipos de futbol. Incluso se pueden hacer durar un año mas los tanques y aviones, y disparar menos veces en practicas innecesarias, ¿o es que las balas matan a alguien cuando caducan?
Pero todo lo que se haga, tiene que hacerse bien. En la sociedad en la que vivimos, debe parar el espectáculo y cambiarse por la barricada. Tan solo llevando al limite la presión puede lograrse que quienes más van a beneficiarse de la reforma laboral cuando la economía se recupere, el empresariado y la patronal, den el balón de oxigeno que necesitan al trabajador y las clases populares. Tenemos que dejar los bares y ocupar las calles y plazas. Ir a los estadios de futbol no a ver correr el balón, si no a acampar en su césped. Cerrar los polígonos no por la crisis, si no para que la gente no pague la crisis. Las empresas o el capital no sufren, las personas sí.
Tal vez no cambiemos nada, pero eso no quiere decir que tengamos que dejar de intentarlo. Si nos volvemos dóciles y pasivos, seremos cómplices del futuro genocidio social, y seremos tan responsables del futuro conflicto como quienes tiren la primera piedra. Un hombre que piensa que esto debe cambiar si esta solo no tiene apenas fuerza, pero un millón de hombres que piensan lo mismo y se juntan, no tienen limites. Demostremos a los que quieren perpetuar su riqueza que no estamos solos. La lucha no es de un día, es de todos los días.
Es nuestro compromiso y nuestra responsabilidad no malograr lo conseguido con el sudor de nuestros antepasados. Esto solo es el principio.