diumenge, 18 de març del 2012

Hace falta.

Hace falta. No es ninguna solución, pero llegados a este momento el derecho a pataleo es lo único que no le pueden quitar al ser humano. Un derecho y una obligación.
Pero hay que hacerlo bien. Más allá de partidos políticos o sindicatos establecidos dentro de la corriente corrupta de poder y favores, hay que hacer bien las cosas. Puede ser puntual parar un país un día, pero es que nadie dice que se trata de un día. La lucha es diaria.
Y no tiene por qué ser solo un día por que tenemos motivos. Ya esta bien de dar dinero a los bancos para que no pierdan sus beneficios. Ya esta bien de favorecer al empresario. Si seria una salvajada que un ministro de economía de cualquier gobierno solo hiciera caso a los sindicatos, igual salvajada es que haga caso y de solución a todas las salvajadas de la patronal. Ya esta bien de mentiras como que para crear empleo es necesario despedir barato. No se crea más empleo perpetuando el sistema productivo arcaico de este país, si no cambiándolo a un modelo que prime la calidad. No se genera un futuro para los jóvenes manteniendo las mentalidades del pasado, si no invirtiendo y generando consumo de las clases populares, las que más asfixian con impuestos.
En un estado social, cuando las cosas van bien económicamente, el estado debe ahorrar, pero cuando no van bien, es el estado el primero que debe gastar para generar riqueza y no apretarse el cinturón. Gastar con cabeza, en educación, investigación y salud, pero gastar. Y si hay que apretarse el cinturón, puede pedirse a los que más tienen que paguen más, pueden retirarse beneficios fiscales a empresas foráneas o equipos de futbol. Incluso se pueden hacer durar un año mas los tanques y aviones, y disparar menos veces en practicas innecesarias, ¿o es que las balas matan a alguien cuando caducan?
Pero todo lo que se haga, tiene que hacerse bien. En la sociedad en la que vivimos, debe parar el espectáculo y cambiarse por la barricada. Tan solo llevando al limite la presión puede lograrse que quienes más van a beneficiarse de la reforma laboral cuando la economía se recupere, el empresariado y la patronal, den el balón de oxigeno que necesitan al trabajador y las clases populares. Tenemos que dejar los bares y ocupar las calles y plazas. Ir a los estadios de futbol no a ver correr el balón, si no a acampar en su césped. Cerrar los polígonos no por la crisis, si no para que la gente no pague la crisis. Las empresas o el capital no sufren, las personas sí.
Tal vez no cambiemos nada, pero eso no quiere decir que tengamos que dejar de intentarlo. Si nos volvemos dóciles y pasivos, seremos cómplices del futuro genocidio social, y seremos tan responsables del futuro conflicto como quienes tiren la primera piedra. Un hombre que piensa que esto debe cambiar si esta solo no tiene apenas fuerza, pero un millón de hombres que piensan lo mismo y se juntan, no tienen limites. Demostremos a los que quieren perpetuar su riqueza que no estamos solos. La lucha no es de un día, es de todos los días.
Es nuestro compromiso y nuestra responsabilidad no malograr lo conseguido con el sudor de nuestros antepasados. Esto solo es el principio.

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