dilluns, 19 de març del 2012

El 'socialisto'.

Cuando era pequeño en mi casa tenían las cosas claras: éramos socialistas. Con el tiempo se empezó a escuchar otra expresión en mi familia que mostraba el descontento no con el ideal socialista, si no con las personas encargadas de su realización: ‘socialisto’. A la larga las personas que califica esta expresión se han convertido en una lacra para la sociedad española y la izquierda en general, que amenaza con destruir todo lo que consiguieron nuestros padres y abuelos con su esfuerzo, su sudor y no en pocos casos su sangre.

Este parasito, por que solo ese termino puede definirlo, carece de ideología. Mejor dicho, su ideología es el capital. Provienen en la mayoría de casos de segundas o terceras generaciones de familias obreras, o en su defecto de familias acomodadas que perdieron su estatus en la derecha. Todos estos individuos (si hiciéramos caso a alguno de ellos, deberíamos añadir individuas) tienen una característica común: llevan la palabra obrero en la boca mientras guardan la visa oro en la cartera para que el empresario pague la factura del restaurante. Poco les importa mancharse las manos en campaña abrazando niños y poniéndose en mangas de camisa para crear la falsa sensación de proximidad con la ciudadanía. Cuando mantienen su despacho, aproximadamente cada cuatro años, vuelven a su rutina de trajes caros, viajes, suites de lujo y relojes de oro entre otros bienes contantes y sonantes.

El ‘socialisto’ solo ansía con su cargo público recuperar o conseguir estatus social de derechas y esta dispuesto a vender a su madre por perpetuarse en él. Como ‘socialisto alfa’ o parasito sénior podemos reconocer perfectamente el perfil tipo del sujeto, más de cincuenta años y ningún interés en abandonar los beneficios del cargo público. A los nuevos socialistos, también denominados pijosocialistos, se les puede reconocer por la rápida acreditación de sus méritos académicos y su habilidad para levantar el puño izquierdo con ‘La internacional’ mientras firman con la iglesia (más que con el diablo) por obtener un sueldo público y no trabajar nunca en su vida. Para eso están los militantes siempre y cuando no mueran de extrema vejez.

Pero estas nuevas clases de parásitos deben mantener con su incompetencia también al parasito sénior, cargando más aún las espaldas de los militantes. La mayoría de estos militantes son ilusionados ancianos que recuerdan cuando realmente se hacía política y todo era personal, y no negocios. También hay militantes, hay que reconocerlo, que son bastante limitados en su conocimiento y dicen ser de izquierdas cuando en verdad son profundamente de derechas. El parasito sénior se caracteriza además por perder y perder elecciones y realizar en la mayoría de casos gestiones nefastas para la ciudadanía, eso sí siempre con una sonrisa. Pero al igual que el aceite, siempre se mantiene a flote y lo que es peor, al igual que la banca en el casino, siempre gana.

Con sus hábitos reproductivos aún en estudio, no se conoce como se multiplican estos chupópteros cuando un partido, en este caso el socialista, tiene expectativas de ganar unas elecciones. El ‘socialisto’ representa a la perfección todo aquello que los conservadores, también denominados derecha, desearían a su peor enemigo, ser liderados por incompetentes amigos. Algunos investigadores creen que en realidad se trata de infiltrados sectoriales con el fin de descabezar al socialismo, pero la mayoría de teorías simplemente defiende que se trata de gentuza que vio un día la puerta abierta para aprovecharse del personal, y ahí siguen. Primeros ediles metidos a senadores sin funciones. Senadoras exministras metidas a políticos locales y autonómicos. Políticos que pierden siempre por causas externas y que pactan con el sol que más calientan por dinero. Politicos que solo buscan el sueldo y desconocen hasta en que consiste su cargo o programa. Diputados que no saben diferencias su mano derecha de su mano izquierda si no fuera por que usan la diestra para contar billetes de quinientos… la lista seria interminable.

No obstante, hay indicios que la plaga que representa el ‘socialisto’ para la izquierda tiende a remitir. La mayoría absoluta de la derecha requiere trabajo y el ‘socialisto’ es alérgico a cualquier trabajo que no será parecer de derechas con sueldo de izquierdas, o pagado por ella.

A pesar de esta tendencia, la plaga del ‘socialisto’ queda lejos de remitir, eso tenemos claro en mi casa ahora.

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