dimarts, 15 de maig del 2012

Lo correcto.

    Cuentan que cuando Héctor, príncipe de Troya debió salir a enfrentarse a un enfurecido Aquiles por la muerte de su estúpido y joven primo/amante Patroclo, este pudo rehusar. Pudo elegir huir por un pasadizo con su mujer e hijos, y vivir plácidamente dando la espalda a la tragedia que terminó con la ciudad que hizo de él lo que era. Pero no lo hizo y murió a sus puertas, defendiendo a su gente. Nueve días arrastro Aquiles su cadáver bajo las murallas de la ciudad.

    Cuentan que al mismo Aquiles su madre le advirtió que el oráculo había predicho su muerte e inmortalidad si viajaba a Ilion, mientras que una placida existencia y el recuerdo de los suyos si se quedaba en Ftìa. Su decisión es por todos conocida, no cabía esperarse menos de un héroe griego. Murió y alcanzo la fama inmortal.

     En una sociedad como la nuestra, donde tanta importancia se quiere dar a las relaciones humanas, hemos perdido el nexo entre el individuo y la sociedad. La obligación no por egoísmo personal, si no por creencias o principios a realizar actos que vayan contra nuestra voluntad o deseo, simplemente por que son lo correcto. El sacrificio personal que muchas veces este comportamiento requiere, la frustración de conocer otro camino o simplemente la impotencia para escapar de la obligación, no resta si no que incrementa aún más la responsabilidad para con nosotros y los demás.

     El capitán de barco que abandona el último la nave a la deriva. El banquero que aconseja gastar lo mínimo y guardar lo suficiente. El empresario que cuida el bien de sus trabajadores como un valor más de su empresa. El ciudadano que denuncia al delincuente, por que no hacer nada no evita que te salpique la ola en algún momento…los ejemplos serian innumerables. El ser humano no es ser solo por si mismo, si no por su relación con los demás.

    Nuestra sociedad ha olvidado el respeto, la sumisión al bien común y a la moral. El egoísmo exacerbado ha sustituido a la solidaridad. En una sociedad de individuos, la gente con moral, con principios, solo puede juntarse para sobrevivir ante la desidia y el ataque de los demás. Solo así se explica el resurgimiento de los movimientos xenófobos, de la violencia, de la envidia…

    Sirva como ejemplo el siguiente caso: Si un medico recibe a un sin papeles enfermo, la moral de su profesión es tratarle, si no estaría faltando a los principios de la misma. No hay dinero, economía o prima de riesgo que altere este hecho. Así pues quizás estemos a tiempo de evitar que la vara de medir que juzga a la humanidad, a la sociedad y por extensión a cada uno de los seres humanos sea el dinero, en lugar de los propios actos de cada uno.

     El fin nunca justifica los medios. Quizás la esperanza solo resista en algunas pocas personas con principios, con moral, con eso que llamaban humanidad. Seres perfectos para un mundo imperfecto.


 «Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio, porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté, porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no protesté, porque yo no era judío,
Cuando finalmente vinieron a buscarme a mi,
no había nadie más que pudiera protestar.»
                           Martin Niemöller

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